ABUSO SEXUAL
Que es el abuso sexual
Son actitudes y comportamientos que realiza una
persona sobre otra, sin su consentimiento o conocimiento y para su
propia satisfacción sexual.
Va desde la amenaza al engaño, la seducción y/o confusión. Podemos hablar de abuso siempre que el otro no quiera o sea engañado, (incluso dentro de la pareja). Es un acto que pretende dominar, poseer, cosificar a la persona a través de la sexualidad. Unas veces el agresor actúa desde la violencia explícita hacia la víctima, que se siente impotente, desprotegida, humillada. Otras veces, se vale de la confianza en él depositados para desde la cercanía de una relación afectiva, romper los límites de la intimidad e introducir elementos eróticos, (sobre todo en niñ@s y preadolescentes). Establece una relación confusa, irrumpiendo no sólo en su sexualidad, sino en el conjunto de su mundo afectivo y vivencial. En estos casos, el abuso no es sólo sexual sino que también se da un abuso de confianza.
Los efectos de la agresión son múltiples, y se expresan en las áreas más importantes de la persona. Es vivido como un suceso traumático, es decir, como algo que impresiona tanto que no se puede elaborar, y por ello se intenta olvidar. Pero todo suceso traumático, “olvidado”, tiende a expresarse y a salir a la luz, bien desde un impulso a la repetición, ( incluso viéndose inmersa sin saber cómo en situaciones en las que nuevamente es violentada); o siendo ella misma, quien de manera activa, violenta o abusa de otros. Al mismo tiempo, también aparece una necesidad de evitar, de defenderse de la sexualidad consigo mismo, y de las relaciones sexuales en general. Es una sexualidad herida, muy mal integrada, y vivida como una amenaza, como algo que no se puede controlar, y que lógicamente afecta en las relaciones y compromisos con el otro, con la pareja…
Va desde la amenaza al engaño, la seducción y/o confusión. Podemos hablar de abuso siempre que el otro no quiera o sea engañado, (incluso dentro de la pareja). Es un acto que pretende dominar, poseer, cosificar a la persona a través de la sexualidad. Unas veces el agresor actúa desde la violencia explícita hacia la víctima, que se siente impotente, desprotegida, humillada. Otras veces, se vale de la confianza en él depositados para desde la cercanía de una relación afectiva, romper los límites de la intimidad e introducir elementos eróticos, (sobre todo en niñ@s y preadolescentes). Establece una relación confusa, irrumpiendo no sólo en su sexualidad, sino en el conjunto de su mundo afectivo y vivencial. En estos casos, el abuso no es sólo sexual sino que también se da un abuso de confianza.
Los efectos de la agresión son múltiples, y se expresan en las áreas más importantes de la persona. Es vivido como un suceso traumático, es decir, como algo que impresiona tanto que no se puede elaborar, y por ello se intenta olvidar. Pero todo suceso traumático, “olvidado”, tiende a expresarse y a salir a la luz, bien desde un impulso a la repetición, ( incluso viéndose inmersa sin saber cómo en situaciones en las que nuevamente es violentada); o siendo ella misma, quien de manera activa, violenta o abusa de otros. Al mismo tiempo, también aparece una necesidad de evitar, de defenderse de la sexualidad consigo mismo, y de las relaciones sexuales en general. Es una sexualidad herida, muy mal integrada, y vivida como una amenaza, como algo que no se puede controlar, y que lógicamente afecta en las relaciones y compromisos con el otro, con la pareja…
Aclarar que el abuso sexual no es sólo penetración o agresión física. Abarca desde el contacto físico, (tocamientos, masturbación, sexo oral…), hasta la ausencia de contacto (exhibicionismo, erotización con relatos de historias sexuales – vídeos- películas-fotografías…).
Puede darse prolongado en el tiempo, o como hechos aislados y puntuales.
Puede suceder en el seno de una familia, de una institución, o con un vecino-profesor-orientador-médico; en el lugar de trabajo… Esto es, no hay un ámbito específico.
Sus consecuencias serán más graves cuanto mayor sea la implicación afectiva o la autoridad simbólica y moral, en interrelación con la duración temporal de dichos abusos.
Quién es el abusador
Mayoritariamente esa persona que valiéndose de
su cercanía, confianza, autoridad moral… induce, normalmente con engaño,
a realizar o dejarse realizar actividades dirigidas a su propia
satisfacción sexual. Utiliza la confusión, la seducción, el engaño.
Otras veces, se vale de su poder y fuerza sobre la víctima para
dominarla y agredirla.
Quién es la víctima
Según los estudios realizados predominan las
niñas en edades críticas: a) en la etapa prepuberal, coincidiendo con la
aparición de los signos de desarrollo sexual (10-12 años); b) cuando
son pequeñas, con poca capacidad para expresarse (5-6 años). Se estima
que una de cada cuatro niñas y uno de cada ocho niños han sufrido
abusos. Aunque habría que ampliar la población a adolescentes
(iniciación en bandas, profesores…), a jóvenes (seducidas…), a adultos
que engañados bajo la apariencia de ayuda por
consejeros-psicoterapeutas-jefes de sectas…; también en los adultos
violentados por su pareja o su jefe; los castigados por su orientación
sexual…
Casi siempre son engañad@s, y frecuentemente se sienten “elegidos” por el abusador, quien se muestra como esa persona tan importante… Cuando son conscientes del abuso, y sobre todo, si han sentido algún placer, se sienten muy culpables.
Casi siempre son engañad@s, y frecuentemente se sienten “elegidos” por el abusador, quien se muestra como esa persona tan importante… Cuando son conscientes del abuso, y sobre todo, si han sentido algún placer, se sienten muy culpables.
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